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Mi Cristo roto en Purísima del Rincón, Guanajuato.

Detalles de la obra

Acerca de la obra

Mi Cristo roto es una obra de teatro representada por un solo actor, el reconocido actor mexicano, Alberto Mayagoitia, el cual cuenta con casi 25 años de carrera artística en televisión y teatro.

La adaptación teatral parte de dos libros escritos por el padre Ramón Cué, S.J. derivados de sus aprendizajes y aventuras con el Cristo roto, pieza que le compró a un anticuario en Sevilla. Alberto Mayagoitia encarna al propio padre Ramón, y la obra se desarrolla en la oficina del sacerdote durante los momentos en que escribe los libros.

La temporada inaugural de Mi Cristo roto tuvo una permanencia de seis meses. Se presentó todos los viernes en el Altar del Perdón de la Catedral Metropolitana de la ciudad de México. Durante esta temporada, Alberto Mayagoitia hizo gala de su experiencia y de su gran talento interpretativo. Lo que inició como una corta temporada, durante la cuaresma del 2003, se convirtió en una gira internacional que abarcó todo el 2003 y gran parte del 2004.

Mi Cristo roto constituye una experiencia reflexiva maravillosa. Deja sembrados en los corazones de quienes la viven, sentimientos como el perdón, el amor al prójimo y la solidaridad. Nos enseña cómo hacer más llevadera la cruz que todos cargamos. El impacto que la actuación de Alberto Mayagoitia causa en el público trasciende todas las áreas de la vida del espectador.

 

“Mi Cristo Roto, Una Gran Parábola”

La historia comienza en una tienda de antigüedades en Sevilla, donde el padre Ramón regatea el precio de un Cristo de madera que luce muy deteriorado. A la imagen le falta la cruz, también media pierna, un brazo y el rostro; ya que aparentemente fue profanada durante la guerra civil española. No obstante, es una fina obra de arte que merece ser restaurada. Aquí empieza el diálogo que se desarrollará durante toda la obra. Ya en casa, el padre Ramón se sorprende cuando el Cristo le prohíbe que lo restaure. El Cristo roto prefiere no ser restaurado, porque desea que veamos en su rostro el rostro de todos nuestros hermanos: los Cristos rotos vivos y sufrientes. A lo largo de la obra se profundiza en esta gran parábola. Ambos personajes nos demuestran las posibilidades del ser humano, como hijos de Dios, para servir y restaurar a nuestros hermanos en lo físico y en lo espiritual.

El diálogo entre el protagonista y el Cristo roto nos va entregando invaluables lecciones llenas de sabiduría y esperanza. Descubrimos que estamos acostumbrados a ver la cruz, aunque pocas veces recordamos lo que verdaderamente significa. El Cristo roto no tiene cruz, y nos invita a que le entreguemos la nuestra; tal vez para ayudarnos a cargarla. Al final de la obra, Cristo explica cómo fue morir en la cruz.

 

IMPORTANTE

INICIO DE ACCESO: 60 MIN ANTES

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